La guerra no es excluyente, ella arrasa con hombres , mujeres, niños y niñas, animales y casas, quizás ricos pero más pobres, en este casa se llevo a Duaria sin que ella lo sepa, Duaria es una pequeña con tan solo nueve años no se preocupa por nada y mucho menos se entera de lo aislada que esta de la civilización, ella esta aproximadamente a nueve horas, caminando, del pueblo más cercano, vive en casa de tabla, en la serranía de Abibe entre bosques, está ubicada entre montañas que separan a Antioquia y Córdoba.
Duaria, tan pequeña, con tanta alegría, con tanta inocencia no se ha dado cuenta que se ha ido de cuatro casas debido al conflicto armado colombiano y esta preparándose para una quinta salida, hasta el 27 de febrero del 2007, no sé cuantos más pudo pasar hasta la fecha.
La madre de Duaira es familiar de Luis Eduardo Guerra y desde el día de la ejecución del líder y de su familia, están retenidos en su propia casa por el ejército, pues lo acusan de ser colaborador de la guerrilla.
Esta pequeña nunca ha ido a la escuela, la más cercana a su cuarta vivienda fue cerrada por qué peligraba la vida de los niños y niñas que asistían diariamente, por el conflicto armado, su diversión esta entre todos los animales de su región, le tiene nombre a los marranos y a sus vacas.
Llego el momento de salir y la madre de Duaria ya está preparada, con tristeza en los ojos y unas cuantas lagrimas, le dice a la pequeña que ya se van ella sale corriendo para un pequeño cuarto frente a la cocina, la mamá le dice “no la niña no va, el camino es muy largo y no se puede cargar”, “ la niña” es una marrana que Duaira tiene en sus brazos como si fuera una muñeca, con tristeza la deja y sale corriendo, minutos después ya tenía una gran sonrisa caminaba y ayudaba a las demás personas de la zona que huían junto con su madre, nunca quiso descansar, nuca quiso que la llevaran en la mula; al contrario ella ayudaba a cargar una bebe con pocos meses de nacida.
En ese lugar, la vereda El Barro, del que están huyendo, un día estuvo muy , con tiendas comunitarias, escuelas, centros de salud, pero de eso solo quedan ruinas, cuenta la madre de esta pequeña que tanta incursión armada y con las muertes de campesinos las personas habían ido saliendo de las tierras, y mucho más después de una incursión entre paramilitares y el ejército, y quedaron los que en esta oportunidad están huyendo.
Llegaron al pueblo y Duaira sigue corriendo, esta feliz, dice que ella es muy feliz pero que quisiera volver a su casa donde dejo todo y a su “niña”, que le gustan los animales y poder jugar a perseguirlos. Espero que Duaira como muchos niños y niñas del país puedan ver una Colombia equilibrada y sin muertes injustas, por guerras absurdas.
lunes, 18 de mayo de 2009
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